lunes, 27 de junio de 2011

Adiós

De repente te has ido, sin despedirte y sin avisar. El contacto continuo nunca fue tu fuerte pero ya estaba yo para tragarme cualquier ápice de orgullo. Todo bajo mi completa voluntad, claro.
Pero no.
La impotencia de no haber podido ni decirte "adiós", de darte un abrazo o un beso, y de desearte lo mejor. El dolor de saber que probablemente no vuelva a verte en mi vida. Y el sentir estúpido de que yo siempre tuve esperanza.

Buena suerte

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